¿Qué cosa, no? Ver a los hinchas de River llorar rios por el descenso de su equipo -al menos por un año- a la segunda categoría. Es evidente que estas personas se toman muy en serio su alianza y muchos de ellos son lo suficientemente osados o descontrolados como para manifestar su descontento de una forma violenta... en el mundo real, es decir, que han traído su desilusión al mundo que todos habitamos, en su dimensión de ciclos de trabajo y descanso, de familia y política, de personas que nada tienen que ver con el deporte, tal vez nunca han jugado fútbol y que siguen adelante sin detenerse un segundo a pensar siquiera dónde queda El Monumental.
Se pregunta uno cuál es la naturaleza de la fidelidad a un intangible, y como para estas personas el River es como su familia o patria. Consideremos que el club tiene más de cien años, o sea que hay generaciones consecutivas de fanáticos que cuentan como suya la historia del club, son millonarios de corazón, el enlace emocional es heredado, y les ha tocado vivir lo impensable, la ignominia del descenso... como si fuera para siempre!
¿Cómo mirar la cara a sus hijos y decirles esto? ¿CÓMO?
¿Y El Monumental? Allí se jugó la final del 78. Bueno, queda en la Avenida Presidente Figueroa Alcorta. ¿No? ¿Sabe al menos donde esta el MALBA, el museo de arte latinoamericano de Buenos Aires? ¿El lago de regatas? ¿Nada? Pero supongo que conoce la estación de trenes del área, Raúl Scalabrini en Belgrano. ¿Tampoco? ¿No usa colectivo? ¿Qué tal el 107 o el 28? Ese pasa por la ciudad universitaria....Hmm, que tal la Taberna Calle Fresca? No bebe. Bueno, no digo que lo haga, pero tapea? Se pasa bien también.... Nada. Ok. Yo tampoco he ido a la Argentina.
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