Si Eliot sopesaba estas preocupaciones en su tiempo, ¿cuanto más nosotros hoy? El influjo constante de información deja poco espacio para la catarsis, el análisis mesurado de lo leído y escuchado. Ironicamente, tener acceso a lo que parece un océano de datos -sobre cualquier cosa- termina comunicandonos un sentido de vacío, una incómoda relatividad.
Por supuesto, llevando esta linea de pensamiento a su extremo, uno podría argumentar que el Universo contiene todas las posibilidades y es nuestro deber y naturaleza como seres concientes el considerarlas todas. Allí es donde empieza y termina nuestra capacidad, la conciencia de los infinito y la humildad.
Rumiamos estos pequeños pensamientos bajo una luz que hace incontable tiempo dejaron sus estrellas. Ciertamente, ellas no escuchan, pero esto no debe ser impedimento para dar un paso a un lado y maravillarnos ante el mutuo espectáculo de un silencio que explica más que toda una existencia de palabras.
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