4/25/2011

La embajada de la mente

Como era de esperarse, las protestas, convocatorias, símiles fálicos y asaltos culturales  a la antigua embajada americana no tornaron el camino trazado por el gobierno para el edificio: Demolerle y construir en su lugar una torre financiera de compleja financiación va por que va.

Yo hubiera preferido un museo de arte, que sirviese para exponer, divulgar y ponderar las plásticas panameñas; no una galería privada, no un centro de debate político estéril, no una oficina gubernamental en una locación impráctica, incómoda e incomodante.  Arte inmortal y trascendente, algo para el espíritu y la estética, algo diametralmente opuesto a las efímeras preocupaciones de nuestro Panamá comercialista.  El arte como moneda para el intercambio de ideas.  Ah! pero eso no da plata de verdad, no crea puestos de trabajo, solo trae preocupaciones innecesarias...  Tranquilidad Montag, razonar y debatir estan sobrevalorados.

Pero ahí va, rotas sus paredes de donde pudieron haber colgado cuadros, albergado esculturas, hacernos ver que más hay dentro del psique panameño.  Seguirá la idea en el aire supongo, o se lo llevará el viento al final.

Si el Gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso, no que la gente se preocupe por ello. Tranquilidad, Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo lowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía.
Cualquier hombre que pueda desmontar un mural de televisión y volver a armarlo luego, y, en la actualidad, la mayoría de los hombres pueden hacerlo, es más feliz que cualquier otro que trata de medir, calibrar y sopesar el Universo, que no puede ser medido ni sopesado sin que un hombre se sienta bestial y solitario. Lo sé, lo he intentado ¡Al diablo con ello! Así, pues, adelante con los clubs, las fiestas, los acróbatas y los prestidigitadores, los coches a reacción, las bicicletas helicópteros, el sexo y las drogas, más de todo lo que esté relacionado con reflejos automáticos. Si el drama es malo, si la película no dice nada, si la comedia carece de sentido, dame una inyección de teramina. Me parecerá que reacciono con la obra, cuando sólo se trata de una reacción táctil a las vibraciones. Pero no me importa. Prefiero un entretenimiento completo.
Fahrenheit 451 - Ray Bradbury

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