Aunque me solidarizo con la necesidad de que la continuidad del servicio no se afecte (aunque aún hay atención en urgencias), a la vez critico la falta de un análisis de fondo de los problemas que aquejan a la Caja y que no se van a solucionar tomando medidas arbitrarias, improvisadas que solo sirven para paliar los síntomas y no la enfermedad. Inclusive, el Presidente de la República ha declarado que de ser necesario se implementaría la atención en clínicas populares privadas, reacción que casualmente soslaya un tema que nadie quiere escuchar y el gobierno no se atreve a negar: La privatización de la Caja.
Lo peor de estas iniciativas es que motivadas por una combinación de desesperación, miopía y búsqueda de atención, desvían recursos y voluntades que bien podrían ser dedicados a la exigencia de respuestas ante problemas que tienen mucho más tiempo, corroen la institución hasta sus cimientos y son la causa principal de las criticas diarias a la Caja: la falta de medicamentos, el nombramiento de más especialistas (¿dos cardiólogos u oncólogos para toda una provincia?) o la asignación razonable de citas (¿tres o cuatro meses para atenderse?).
Dicha asociación pretende convocar a marchas y recoger 100,000 firmas que apoyen un proyecto de ley del cual ni siquiera tienen idea que exactamente contenga (cuando se le ha preguntado al dirigente, campantemente dice que no sabe que hay que hacer), preparando el camimo para la implementación de medidas de fuerza y arbitrariedades que solo convienen al gobierno para decir que están haciendo algo. ¿Por qué no pedir firmas para que NUNCA suba el precio de la leche, el combustible o el transporte público? ¿Qué tal que se prohiba el cierre de la Vía Transitsmica por parte de los enfermos cuando no hay insumos? ¿Acaso no están interrumpiendo el libre acceso de la mayoría a la atención médica?
Los humanos son tal vez más temibles cuando están convencidos más allá de la duda de que tienen la razón. - Laurens van der Post
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