Una de las causas del caos urbano, es la forma en que el trazado de la ciudad (propuesto en su momento por Belisario Porras en la llamada la Exposición y luego Calidonia) se fue dejando de lado en la medida en que se perdió el interés en planificar su crecimiento, abandonándose en manos del libre albedrío, ese dejar hacer que tristemente nos caracteriza.
Al escuchar las ponencias del Foro -Una Ciudad para Vivir- constatamos que su "distribución" lineal se debe a los límites impuestos por la antigua zona del canal y la bahía, y como sus áreas más pobladas se encuentran en sus extremos: Arraiján y San Miguelito, mientras que las principales vías alimentan un sistema cuyo objetivo es la influencia y afluencia vehicular hacia el centro de la ciudad. Los corredores no hacen más que agregar flujos adicionales, sin una comunicación directa.
En ese sentido, se observa -en mi opinión- la falla principal del sistema: la concentración de las áreas productivas en un espacio saturado, situación exacerbada por el boom de la construcción, sin que se haya proyectado una granularidad o fragmentación hacia la periferia que distribuyese las cargas lógicamente, a modo de evitar largos translados y congestiones.
Los estudios y soluciones propuestas por la Dirección Nacional de Transito y Transporte Terrestre se apropian de carriles (bus articulado) o agregan "pisos" a calles y avenidas, sea en la forma de trenes ligeros ($) o un metro ($$$), y dado los montos de inversión que el gobierno esta dispuesto destinar a este tipo de proyecto (léase con ironía), es claro que estos no implementarán durante el transcurso de nuestras vidas o de hacerse, constituirán algún tipo de improvisación electorera.
Lo óptimo sería transladar algo de las oficinas hacia áreas alternas, al igual que desarrollar polígonos industriales o callcenters en las antiguas bases militares (Howard y Rodman) en vez de subutilizarlas como urbanizaciones de lujo. La descentralización de las actividades impulsaría el desarrollo urbano perisférico, contribuiría a una mejor distribución de las riquezas y ayudaría a crear COMUNIDADES, es decir, un ambiente social que propicie la convivencia humana.
Al escuchar las ponencias del Foro -Una Ciudad para Vivir- constatamos que su "distribución" lineal se debe a los límites impuestos por la antigua zona del canal y la bahía, y como sus áreas más pobladas se encuentran en sus extremos: Arraiján y San Miguelito, mientras que las principales vías alimentan un sistema cuyo objetivo es la influencia y afluencia vehicular hacia el centro de la ciudad. Los corredores no hacen más que agregar flujos adicionales, sin una comunicación directa.
En ese sentido, se observa -en mi opinión- la falla principal del sistema: la concentración de las áreas productivas en un espacio saturado, situación exacerbada por el boom de la construcción, sin que se haya proyectado una granularidad o fragmentación hacia la periferia que distribuyese las cargas lógicamente, a modo de evitar largos translados y congestiones.
Los estudios y soluciones propuestas por la Dirección Nacional de Transito y Transporte Terrestre se apropian de carriles (bus articulado) o agregan "pisos" a calles y avenidas, sea en la forma de trenes ligeros ($) o un metro ($$$), y dado los montos de inversión que el gobierno esta dispuesto destinar a este tipo de proyecto (léase con ironía), es claro que estos no implementarán durante el transcurso de nuestras vidas o de hacerse, constituirán algún tipo de improvisación electorera.
Lo óptimo sería transladar algo de las oficinas hacia áreas alternas, al igual que desarrollar polígonos industriales o callcenters en las antiguas bases militares (Howard y Rodman) en vez de subutilizarlas como urbanizaciones de lujo. La descentralización de las actividades impulsaría el desarrollo urbano perisférico, contribuiría a una mejor distribución de las riquezas y ayudaría a crear COMUNIDADES, es decir, un ambiente social que propicie la convivencia humana.
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