En mi caso, la observancia de la Hora de la Tierra fue que pasé una hora y media conversando con mi familia; sustraernos de la televisión y cenar a la luz de las velas nos ofreció la oportunidad de compartir sin la interrupción del "mundo exterior", algo así como meditar. Fue divertido y es posible que lo repitamos proximamente. Podría convertirse en una costumbre. Las mejores leyes nacen de las costumbres - Joseph Joubert |