A razón de la presión ejercida por la industria de los productos del cerdo, la influenza porcina ha cambiado de nombre a AH1N1; lo que a mi parecer desvía la atención de la fuente y las actividades relacionadas, concentrándose -con la entusiasta participación de los medios apostados como buitres en la entrada de los hospitales- en los síntomas y secuelas.El cambio de nombre no ha borrado mágicamente el peligro creado por el hombre y la industria al no contemplar las medidas sanitarias más apropiadas en la porcinocultura, ni he escuchado a ninguna autoridad local - o internacional- dictar alguna medida de prevención en ese sentido. ¿Será que todavía no hay mascarillas para los puercos?
AH1N1, Influenza, lobbying
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