El extravío de las estatuas de los Juegos de Antaño, que primeramente fueron instaladas afuera de Atlapa y luego en el Museo del Niño y la Niña o Tucán o Reina Torres o ..., ha resultado en una completa revaluación de sus méritos. Resulta ser que como le costaron un cuarto de millón de dólares al gobierno (es decir a todos los panameños), ahora son importantes, luego que se percataron de su desaparición de un depósito en el Parque Omar, área de mucho tránsito y de donde NADIE notó una movilización de 35 toneladas de metal.
Recuerdo que nadie las quería, ni el público ni los escultores panameños, NADIE. Algunos especulan que ya deben estar fundidas; quién sabe, tal vez las tiene algún coleccionista loco que las ha instalado a los pies de la también desaparecida Estatua de Roosevelt.
Seria bueno montarle un GPS a Vasco Nuñez, por si las moscas.
"...¿Dónde diablos jugarán los pobres niños?
¡Ay, ay ay! En dónde jugarán..."
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