He leído con estupor y luego disgusto, que el nuevo gobierno quiere poner en práctica una genialidad de la Patria Nueva: convertir al Instituto Nacional de Cultura (INAC) en una dependencia del Instituto Panameño de Turismo (IPAT, hoy ATP), supeditando aquello que nos hace panameños a los vaivenes de la actividad turística, lo que equivale a decir que la cultura es un producto para extranjeros.
Y es que al final todo se reduce al vil metal, como las actividades culturales no redituan millones al gobierno como ocurre con la venta del territorio nacional y sus recursos, entonces lo mejor es reducir costos (funcionarios, eventos,investigación, etc) y simplemente cobrar la entrada. Digo, ahí están las Bóvedas y la Torre de Panamá La Vieja, no van para ningún lado y esa es toda la cultura que necesitamos.
Si he de ser completamente honesto, nunca he considerado que ningún gobierno haya dedicado algun esfuerzo real, sea monetario o simplemente propio de la gestión, para la promoción de la cultura sino de si mismos, esa es la cultura de nuestros gobernantes y tristemente, la posición que el pueblo ha apoyado con el voto, sea por ignorancia o indolencia.Y es que al final todo se reduce al vil metal, como las actividades culturales no redituan millones al gobierno como ocurre con la venta del territorio nacional y sus recursos, entonces lo mejor es reducir costos (funcionarios, eventos,investigación, etc) y simplemente cobrar la entrada. Digo, ahí están las Bóvedas y la Torre de Panamá La Vieja, no van para ningún lado y esa es toda la cultura que necesitamos.
La Asociación Nacional de Escritores ha convocado a un foro para debatir el problema y Carlos Fong ha escrito una carta abierta a Martinelli denunciando la medida como la defunción de la cultura. ¿Es este el cambio prometido?
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