4/08/2008

Foro: Una ciudad para vivir

Las ponencias de los miembros de la Alianza evidenciaron frustración ante la conveniente indiferencia del gobierno, el cual no esta dispuesto a asumir su papel de arbitro entre la voracidad de los desarrolladores y las necesidades reales de los ciudadanos; en su lugar vemos empeorar la calidad de los servicios públicos al saturarse los espacios públicos, sistemas de transporte y servicios más alla de su capacidad original, sin que exista una previsión o camino lógico que guie su crecimiento. Es claro que la miopía de la autoridades obedece a fuertes intereses económicos y políticos, escudados tras la fachada del progreso y tibias promesas laborales.

Álvaro Uribe habló sobre como los proyectos urbanos masivos existen como islas, inconexas sobre un espacio limitado por las clases sociales, económicas, el cemento y el fantasma de la antigua zona del canal. Giulia de Sanctis y Eduardo Tejeira (DOCOMOMO) resumieron la pérdida de Bella Vista como barrio histórico y el saqueo de sus variedad arquitectónica.

Sin embargo lo peor no ha ocurrido aún, Raisa Banfield denunció como las actividades exploratorias de la minera Petaquilla ya han cambiado la acidez de las aguas del lugar; Una vez empiecen los trabajos ¿qué tanto más afectarán la flora, fauna y forma de vida los asentamientos humanos? Luego amplió su presentación para mostrar un mapa del país, una cuadrícula que detalla de forma exhaustiva los muchos proyectos hidroeléctricos y mineros en curso y por realizar a lo largo de la geografía nacional. Las situacion actual vislumbra un poco prometedor futuro para el desarrollo racional y sostenible.

Me llamó la atención más no me sorprendió la posición de los panelistas del gobierno, que visualizan con optimismo un crecimiento que no han sabido manejar, más aún cuando se admitió que el estado, con asesoría extranjera, ha realizado estudios y recibido propuestas de solución al problema del transporte sin que al final se concrete iniciativa alguna.

Al final solo le queda al ciudadano conciente presionar de la única forma que entienden los políticos, por medio del voto, pero la presión necesaria para lograr un cambio tiene que venir del ciudadano, tanto citadino como rural, que pueda entender como su futuro peligra en manos de aquellos cuyo compás moral es el juega vivo.








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