
En cualquier momento de la historia hay grandes y pequeños jugadores, cada uno jalando o siendo arrastrado por los intereses que mueven el país, lo cual nos hace plantearnos la interrogante de cuál es ese Panamá que queremos. Es innegable que la carencias culturales prevalentes son la causa de los males sociales que nos aquejan, el compromiso de los gobiernos debe ser siempre en pos de crear condiciones beneficiosas para el florecimiento de los valores, no su detrimento.
En este sentido, pienso que la política turística -por llamarlo de alguna manera- no puede ser diferente que la nacional y no por el vil metal tengamos que comprometer la salud física y mental de panameños o extranjeros. Si la actual discusión por aumentar los impuestos al tabaco es indicativa, las restricciones son consonas con la búsqueda de un país más "sano".
Finalmente, es SABER que país queremos lo que nos diría que país hay que promocionar, sea para nacionales o extranjeros; mientras veía un anuncio turístico colombiano en CNN, se enfatizaban las bondades del país, no sus problemas, igual ocurre con Costa Rica, sinónimo de ecoturismo. Mientras tanto es un secreto a voces que muchos extranjeros ven a Panamá como un destino de turismo sexual y donde es fácil conseguir estupefacientes. Pregunto, ¿a qué tipo de personas queremos abrir las puertas de nuestra casa?
Es cierto, mi opinión va en contra de la corriente, pero me apego a la máxima de Russell:
No temas defender una opinión excéntrica, pues todas las opiniones que hoy se aceptan, lo fueron en su día.
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