El domingo pasado visité el Museo del Canal para ver los grabados de Rembrandt van Rijn; exhibición hecha posible por cortesía del homónimo museo holandés, su embajada y la empresa privada.
La exhibición constaba de dos partes: un montaje en sombras de su taller en conjunto con la presentación del video de su biografía y una galería de grabados que incluía dos planchas de cobre originales.
Esta de más tratar de aproximar un análisis profundo sobre la genialidad de su obra, se lo dejo a los expertos, creo más apropiado alabar aquellos detalles que me impresionaron: la profundidad de sombras (Antiope y Jupiter) que escapa la capacidad del papel para contenerlas y por supuesto, el manejo de la luz (Lázaro); además las composiciones son claras (Las Tres Cruces), con personajes cuyas expresiones se manifiestan con pocas pero seguras lineas.
Es por supuesto un honor y privilegio estar tan cerca de estas obras claves del arte mundial, esperamos que la próxima exhibición se de pronto, la vida cultural del país lo necesita.
Además disfruté de la Feria de Pulgas que se realizó el mismo día en la Plaza Catedral, donde probé una deliciosa comida brasileña y escuché a los poetas adornar la tarde con sus palabras.
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