5/25/2007

Subtextos del Mundo Light

Desde que inició la Feria del Libro en Panamá, el balance de la experiencia tiende a evaluarse más o menos así:
  1. Concurrencia (estadística).
  2. Volumen de venta (económica).
  3. ¿El panameño lee o no lee? (filosófica).

Es fácil determinar las dos primeras variables, la tercera, la de peso (y que no necesariamente tiene que ver con la Feria), es la que nos interesa.

Los números indican que hay una cantidad respetable de lectores interesados en asistir a un evento que pondere la palabra escrita, nos permita codearnos con compañeros del arte de la lectura y por supuesto, llenar las bolsas con libros a precios asequibles, sean las ultra-promocionadas obras de moda, los clásicos o los inconseguibles (demasiados de los primeros, poco o nada de los últimos). Pero, ¿por qué dudamos si se extrae algo de provecho de esta fiesta literaria?

A mi parecer, el problema es que Panamá no tiene pinta de un país leído, cultivado y alimentado por los frutos de la lectura; donde las opiniones de sus dirigentes –en estricta teoría, sus más preparados representantes- dejen entrever la influencia de los grandes (o medianos) pensadores, toda declaración es una reacción y las decisiones de importancia buscan únicamente un beneficio inmediato. Tampoco los que dicen ser sus oponentes parecen poseer las herramientas para montar una ofensiva contra la desfachatez institucionalizada. Es el reino del juega vivo, donde toda idea se trunca por el interés mezquino.

Los medios de comunicación poseen más poder para acaparar la atención de la masa que las instituciones culturales - y son los primeros en sonar la voz de alarma sobre la situación-, pero esto debe ser más cargo de conciencia que interés por solucionar el problema ya que cualquier arruga de intelectualidad en la uniformidad a la que nos someten es rápidamente planchada. No es posible el doble discurso pues entra en conflicto con el mensaje idiotizante que nos hacen tragar.

Dejando a los grandes a un lado, la pregunta es, si somos tan leídos, ¿por qué la actitud de borregos?

Se espera que cierta sabiduría se adquiera por la experiencia sino por la lectura, nuestra historia cíclica nos dice que la lección no ha sido aprendida.

Los que han arrancado los ojos al pueblo les reprochan su ceguera - John Milton.

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