El problema es el modelo de uso, es decir, el biodiesel o etanol no tiene el mismo rendimiento que el petróleo y por tanto, se requiere mayor volumen del primero para generar la misma cantidad de energía que una fracción del segundo. Si los motores alimentados por gasolina ya de por si no tienen un rendimiento de más de 70% (según recuerdo), que tanto se puede obtener con biodiesel? Además, el biodiesel no reemplaza por completo al petróleo, cuanto más un 20% por galón.
Luego esta el asunto de la producción, el petróleo es el producto natural de la fosilización de plantas prehistóricas, la alternativa que al parecer era la más sostenible es la extracción de combustible a partir de cultivos como maíz o la soya. Todo bien hasta allí, un aliciente a la producción agrícola, y para matar dos pájaros de un tiro, de alguna forma podría frenar la migración del hombre del campo a la ciudad… El detalle, el caveat, es que el Hombre prefiere llenar el tanque del carro antes que alimentarse.
Ya se prevé un aumento de los productos derivados del maíz, algo que no parece muy importante aquí en Panamá -¿bollo, tamales, corn flakes?, ¡el panameño come arroz!- pero inmediatamente sensible en el resto de América y el mundo. En realidad consumimos más maíz de lo que creemos, inclusive esta presente en alimentos que usualmente no relacionamos a los granos amarillos, el endulzante de maíz o corn syrup esta en todas partes. Una corta visita a la alacena o al supermercado nos hará preguntarnos si vale la pena invertir en un silo de granos. Para alimentar la 4X4, claro.
Muchos agricultores han disminuido y hasta abandonado el cultivo de alimentos ya que ganan varias veces más dinero produciendo materia prima para biodiesel. La escasez de los productos campo inmediatamente incrementan su costo. ¡Un momento! ¿qué comen las vacas y las gallinas? ¿Gasolina?
Y así, mientras más hectáreas del Amazonas se destinan a la soya y el maíz, pongamos fe en máquinas de movimiento perpetuo y Steorn.
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