1/27/2009

Escarlata


Con el rostro envuelto en llamas,
el espíritu ha escapado ya de su prisión
antes que la puerta se abriese.

Impensable es la espera,
esclavos de una pasión absoluta,
el río nos arrastra inexorable
hasta las orillas del mar.

¡No busques mi mirada hambrienta!
en mis ojos las lágrimas arden
con una visión de terrible belleza.

Acércate y toma estas manos,
son tuyas
Igual que ese beso que sólo yo
puedo leer,
palpitando en mi piel,
nacido de tu boca.