Hoy nos parece una vida atrás, pero el tiempo en que las grandes compañías de animación como Disney eran el blanco tanto de críticas como de alabanzas al combinar y finalmente suplantar la animación tradicional por la computarizada, no esta tan lejos en el pasado, sino que su evolución y aceptación como propia del medio ha sobrepasado las producciones exclusivamente animadas para mezclarse con progresiva sutileza en aquellas denominadas "live-action" o de actores de carne y hueso.
Sin embargo, y a pesar de que debemos entender la animación por computadora como otra herramienta más, se tiende a olvidar el esfuerzo y calidad de los artistas quienes lograron llevar miles de años de evolución en arte visual un peldaño más allá de lo que alguna vez pudo haber soñado alguno de los grandes maestros de la pintura, ese hálito de vida que es el movimiento y la transformación del cambio.
Interesantemente, el auge de tal progresión se originó en los primeros años del siglo XX, justamente cuando los más importantes movimientos modernos en las artes florecieron, influenciando positivamente en espíritu y variedad la animación y las manos que las creaban.
Los referentes de este período son muchos pero entre los más accesibles se encuentran Fantasía de Disney, con sus hermosos fondos e impresionísmo, así como la serie Superman de estudios Fleischer, donde se destaca lo evocativo y dramático del Art Deco y los temores de las grandes guerras mundiales.
Justamente la falta de estas características es lo que los conocedores critican de las producciones modernas: la perfección implícita en el producto parece traicionar su origen y nos hace añorar la calidez de otros días.
Pero la solución al dilema no se encuentra en el pasado sino en el futuro, ya que muchos de los desarrollos en el área buscan emular ese aparentemente perdido toque humano, implementando en pantalla lo que antes solo era posible en el papel; El resto -como siempre- depende del artísta.
Sin embargo, y a pesar de que debemos entender la animación por computadora como otra herramienta más, se tiende a olvidar el esfuerzo y calidad de los artistas quienes lograron llevar miles de años de evolución en arte visual un peldaño más allá de lo que alguna vez pudo haber soñado alguno de los grandes maestros de la pintura, ese hálito de vida que es el movimiento y la transformación del cambio.
Interesantemente, el auge de tal progresión se originó en los primeros años del siglo XX, justamente cuando los más importantes movimientos modernos en las artes florecieron, influenciando positivamente en espíritu y variedad la animación y las manos que las creaban.
Los referentes de este período son muchos pero entre los más accesibles se encuentran Fantasía de Disney, con sus hermosos fondos e impresionísmo, así como la serie Superman de estudios Fleischer, donde se destaca lo evocativo y dramático del Art Deco y los temores de las grandes guerras mundiales.
Justamente la falta de estas características es lo que los conocedores critican de las producciones modernas: la perfección implícita en el producto parece traicionar su origen y nos hace añorar la calidez de otros días.
Pero la solución al dilema no se encuentra en el pasado sino en el futuro, ya que muchos de los desarrollos en el área buscan emular ese aparentemente perdido toque humano, implementando en pantalla lo que antes solo era posible en el papel; El resto -como siempre- depende del artísta.
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